Cuidados de las plantas de interior durante el invierno
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Cuidados de las plantas de interior durante el invierno
Cuidados de las plantas de interior durante el invierno
Es fundamental que los ejemplares reciban luz y que se encuentren a una temperatura y humedad apropiadas
La mayoría de las plantas de interior inician a finales de año su parada vegetativa. El ritmo biológico de estos ejemplares cambia con respecto a otras épocas. Crecen, pero de forma más lenta porque la duración de los días también se acorta. En esta estación, se deben interrumpir los aportes de abono y cuidar que la temperatura y la humedad del ambiente en el que se encuentren los ejemplares sea la apropiada. Además, en invierno es conveniente reforzar las dosis diarias de luz que reciben las plantas.
Más luz
Una buena parte de los problemas que afectan a las plantas de interior durante los meses más fríos se debe a la falta de luminosidad. En invierno, los días son más cortos, por lo que las horas de luz se reducen y, además, la intensidad luminosa es inferior a otras épocas del año. Hay que asegurarse de que las plantas reciben suficiente luz a lo largo del día.
Es recomendable colocarlas justo detrás de una ventana, en una posición luminosa y fresca. En las regiones más frías, o en habitaciones con orientación hacia el norte, la exposición directa al sol es beneficiosa entre los meses de noviembre y febrero. Si la vivienda no dispone de grandes ventanales que aseguren la entrada de claridad natural, conviene sustituir las bombillas habituales por otras que simulan la luz diurna. Será necesario mantenerlas encendidas al menos cuatro horas cada día.
Temperatura apropiada
En invierno, las personas alcanzan la sensación de confort cuando la temperatura ambiental se sitúa entre los 18ºC y los 20ºC. Sin embargo, en esta franja, la mayoría de las plantas de interior no se encuentran a gusto. Estas condiciones ambientales propician que tiendan a olvidar el periodo de parada vegetativa. En las especies con follaje, las consecuencias apenas son perceptibles, pero en el resto las secuelas son mayores. Cuando no respetan el descanso invernal, no se forman los capullos florales, su fragilidad es mayor y su longevidad disminuye, si se comparan con ejemplares que sí han reposado en invierno.
En general, esto les sucede a las plantas con flor, como el ciclamen, la azalea, la hortensia o la primavera. Resulta muy difícil conservarlas en una vivienda donde la temperatura ambiental ronde los 20ºC o 21ºC, ya que estas especies necesitan menos de 15ºC. Lo mismo sucede con las plantas mediterráneas (mimosas, jazmín, cica, ave del paraíso...). Éstas toleran los 0ºC, plantadas en tierra, pero en macetas requieren una temperatura de entre 5ºC y 10ºC. Para conservarlas en invierno, todas deben hibernar en un invernadero o en una galería. En ambos lugares, las plantas están resguardadas de la intemperie, aunque a una temperatura ambiental más baja y con más humedad que la de una vivienda.
Aumentar la humedad
Cualquier sistema de calefacción, además de dar calor, absorbe la humedad del aire. Cuanto mayor es la temperatura de una estancia, menos húmeda y más perjudicial es para las plantas. La sequedad en exceso se evita al colocar los ejemplares sobre lechos de gravilla o bolas de arcilla, que ayudan a conservar la humedad.
Instalar humidificadores cerca de los radiadores y vaporizar agua sobre las plantas de forma frecuente también resulta útil. Las especies con hojas lisas soportan mejor que se las humedezca con vaporizador. El agua no debe chorrear por el resto de la planta ni mojar el sustrato, que ha de permanecer seco. La vaporización no es apta en habitaciones...
Es fundamental que los ejemplares reciban luz y que se encuentren a una temperatura y humedad apropiadas
La mayoría de las plantas de interior inician a finales de año su parada vegetativa. El ritmo biológico de estos ejemplares cambia con respecto a otras épocas. Crecen, pero de forma más lenta porque la duración de los días también se acorta. En esta estación, se deben interrumpir los aportes de abono y cuidar que la temperatura y la humedad del ambiente en el que se encuentren los ejemplares sea la apropiada. Además, en invierno es conveniente reforzar las dosis diarias de luz que reciben las plantas.
Más luz
Una buena parte de los problemas que afectan a las plantas de interior durante los meses más fríos se debe a la falta de luminosidad. En invierno, los días son más cortos, por lo que las horas de luz se reducen y, además, la intensidad luminosa es inferior a otras épocas del año. Hay que asegurarse de que las plantas reciben suficiente luz a lo largo del día.
Es recomendable colocarlas justo detrás de una ventana, en una posición luminosa y fresca. En las regiones más frías, o en habitaciones con orientación hacia el norte, la exposición directa al sol es beneficiosa entre los meses de noviembre y febrero. Si la vivienda no dispone de grandes ventanales que aseguren la entrada de claridad natural, conviene sustituir las bombillas habituales por otras que simulan la luz diurna. Será necesario mantenerlas encendidas al menos cuatro horas cada día.
Temperatura apropiada
En invierno, las personas alcanzan la sensación de confort cuando la temperatura ambiental se sitúa entre los 18ºC y los 20ºC. Sin embargo, en esta franja, la mayoría de las plantas de interior no se encuentran a gusto. Estas condiciones ambientales propician que tiendan a olvidar el periodo de parada vegetativa. En las especies con follaje, las consecuencias apenas son perceptibles, pero en el resto las secuelas son mayores. Cuando no respetan el descanso invernal, no se forman los capullos florales, su fragilidad es mayor y su longevidad disminuye, si se comparan con ejemplares que sí han reposado en invierno.
En general, esto les sucede a las plantas con flor, como el ciclamen, la azalea, la hortensia o la primavera. Resulta muy difícil conservarlas en una vivienda donde la temperatura ambiental ronde los 20ºC o 21ºC, ya que estas especies necesitan menos de 15ºC. Lo mismo sucede con las plantas mediterráneas (mimosas, jazmín, cica, ave del paraíso...). Éstas toleran los 0ºC, plantadas en tierra, pero en macetas requieren una temperatura de entre 5ºC y 10ºC. Para conservarlas en invierno, todas deben hibernar en un invernadero o en una galería. En ambos lugares, las plantas están resguardadas de la intemperie, aunque a una temperatura ambiental más baja y con más humedad que la de una vivienda.
Aumentar la humedad
Cualquier sistema de calefacción, además de dar calor, absorbe la humedad del aire. Cuanto mayor es la temperatura de una estancia, menos húmeda y más perjudicial es para las plantas. La sequedad en exceso se evita al colocar los ejemplares sobre lechos de gravilla o bolas de arcilla, que ayudan a conservar la humedad.
Instalar humidificadores cerca de los radiadores y vaporizar agua sobre las plantas de forma frecuente también resulta útil. Las especies con hojas lisas soportan mejor que se las humedezca con vaporizador. El agua no debe chorrear por el resto de la planta ni mojar el sustrato, que ha de permanecer seco. La vaporización no es apta en habitaciones...
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